Muchas veces el malestar psicológico en el posparto se engloba erróneamente en el diagnóstico de Depresión Posparto: desde trastornos de ansiedad, el trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno bipolar, trastornos alimentarios, abuso de sustancias y trastorno de estrés postraumático debido al parto, son algunos de ellos. Por ello es importante que una madre que ha dado a luz y se siente mal emocionalmente sea atendida por un profesional especializado.
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Ningún tipo de angustia o malestar debería ser tomado a la ligera. Todas las mujeres deberían tener la oportunidad de recibir apoyo y escucha, de manera que se pudiera indagar un poco más en qué le ocurre y qué factores están incidiendo, para poder buscar una manera de encontrar bienestar.
¿Qué factores son los que pueden provocar depresión posparto?
Son muchas las causas de la depresión en el posparto: desde la experiencia del nacimiento (un parto prematuro, negativo o traumático), el entorno social, laboral y familiar, el estrés durante el embarazo, la historia personal de la mujer (especialmente, la existencia de trauma previo), la pérdida de un ser querido (incluido de otro bebé que se perdiera durante el embarazo o alrededor del nacimiento), el dolor, la fatiga, enfermedad del bebé (discapacidad o enfermedad crónica), o un bebé que llora mucho. Las dificultades en la lactancia suelen acarrear disconfort. También hay enfermedades que pueden dar cuadros depresivos, como es el hipotiroidismo. En estos casos es necesario un buen estudio endocrino.
¿Qué podemos hacer durante el embarazo para prevenir la depresión posparto?
Todo lo que tiene que ver con cuidarse es siempre una buena manera de prevenir: descanso, ejercicio físico y alimentación son básicos para prevenir y aliviar la depresión en general. Se sabe que el ejercicio físico practicado con regularidad combate y previenen la depresión clínica (por ejemplo, una caminata a paso rápido 3 veces por semana). El ejercicio puede practicarse a lo largo del embarazo, siempre que sea moderado y no haya ninguna circunstancia médica que lo impida. Algunos estudios han de mostrado que los ácidos grasos Omega-3 alivian los síntomas de depresión y que, por tanto, ingeridos durante el embarazo y la lactancia prevendrían el trastorno emocional. La falta de sueño incide en el estado emocional, aunque de por sí, durante el embarazo, las mujeres suelen tener más sueño.
Aparte de esto, todo aquello que ayude a un mayor bienestar incide lógicamente. Disfrutar de las pequeñas cosas, hacer actividades que apetecen, estar con amistades con las que una se encuentra bien, ayuda a segregar hormonas como la dopamina, la oxitocina, que, sin duda, beneficiarán también al bebé.
Por otro lado, la práctica de técnicas de relajación, masajes, y sensaciones corporales positivas pueden ser un buen amortiguador.
Algunas mujeres tienen ocupaciones laborales de mucho estrés o la situación de embarazo acarrea problemas en el trabajo. Muchas veces, se quiere cerrar todo antes de que nazca el bebé. En la medida de lo posible, solventar la situación estresante: mediante algún acuerdo, delegando, no aceptando más trabajo del necesario. En algunos casos, una baja médica por estrés puede ser necesaria. Si todo ello no es posible, intentar incrementar los recursos: el espacio de ocio y descanso, el apoyo del entorno, para poder “descargar” la tensión nerviosa.
Otras han tenido experiencias dolorosas en la vida que se ponen de relieve en el embarazo, especialmente si tienen que ver con la familia. Da la sensación como si el embarazo fuese una etapa de transparencia psicológica. Puede ser un buen momento para trabajarlas con un/a psicoterapeuta. Los meses de embarazo pueden dar un tiempo valiosísimo para integrar vivencias del pasado y afrontar con mayores recursos la maternidad.
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A veces las situaciones difíciles se viven también durante el embarazo: dificultades en la relación de pareja, en las relaciones familiares, emigración a otra ciudad o país, cambio de domicilio, incluso situaciones de abandono y violencia. A tu alrededor pueden haber centros de información y atención especializados en cada problemática, asociaciones y otros organismos que pueden ser un gran apoyo.
Prepararse para el nacimiento es un factor fundamental: solventar los miedos, tener información del transcurso de un parto normal, compartir la experiencia con la pareja o una persona de apoyo y otras mujeres y aprender recursos. La matrona puede ayudar a establecer un Plan de Parto. La experiencia del nacimiento tendrá mucho que ver en el bienestar posterior. No se trata tanto de qué ocurre (que también, claro está), sino de cómo nos manejamos en el momento, qué apoyo recibimos y luego cómo integramos esa experiencia.
A menudo las mujeres nos preparamos para el parto y dejamos un poco de lado la crianza, especialmente la lactancia. Aunque se trata en los cursos de preparación a la maternidad y paternidad, le solemos prestar poca atención. Es importante estar informada antes de tener al bebé. Puede ser positivo acudir a un grupo de apoyo a la lactancia y conocer así la experiencia de otras madres y como han solventado las dificultades o retos con los que se han ido encontrando.
Preparar el posparto va en la misma línea: conocer qué ha ayudado a otras madres, qué nos hará sentir mejor, regular las visitas los primeros días, acudir a grupos de postparto, recibir ayuda de otra madre, preparar la organización del día a día, informarse sobre el papeleo necesario para un bebé. Son pequeñas cosas que pueden hacer el postparto más liviano. Se trata de que sean unos días y semanas lo más apacibles posibles.
En general, trabajar por el bienestar psicológico durante el embarazo ayudará a nuestro estado emocional una vez nazca el bebé. Dependiendo de lo que nos ocurra, de lo que nos preocupe, de cómo nos sintamos, unos u otros recursos serán necesarios: médicos, sociales, institucionales o psicológicos. A veces cuesta contactar, pero una vez dado el primer paso, todo es más sencillo. Siempre se pueden hacer cosas para estar mejor.
