Cuando llevar al niño a urgencias


En la actualidad, cada vez más, el padre y la madre trabajan fuera del hogar lo que en muchos casos condiciona el que no puedan llevar a sus hijos al pediatra cuando están enfermos en horas normales de consulta. Esto hace que las urgencias hospitalarias estén totalmente colapsadas ya que las utilizamos para problemas banales que no deben de ser vistos en un hospital además del colapso que se produce, estamos sometiendo a nuestro hijo a la posibilidad real de ser contagiado por otro niño que padezca una patología infecciosa aguda y grave. Los médicos de urgencia se quejan y con razón de que no tiene sentido el llevar a emergencias a un niño por un cuadro de tos y mocos, por que haya vomitado dos veces, por que tenga las deposiciones sueltas o presente fiebre poco elevada que responda bien a los antitérmicos. Es preferible ante estos cuadros, controlarlos en casa y esperar a que nuestro pediatra esté en la consulta para llevar a nuestro hijo.

Por otro lado, bien es verdad, existen unos cuadros muy claros que precisan intervención inmediata en un hospital y su evaluación no debe de ser demorada aunque la urgencia esté colapsada. Así tenemos en primer lugar los accidentes en la infancia ya sean físicos por atropellos o caídas importantes como por intoxicaciones alimentarías, cáusticas o medicamentosas. En estos casos es necesaria la evaluación del estado vital del niño, la valoración del traumatismo cráneo encefálico mediante una TAC o una resonancia y la aplicación de medidas encaminadas a contrarrestar los efectos de una posible intoxicación.

En segundo lugar tenemos la patología pulmonar importante que consiste en cuadros de dificultad respiratoria progresiva que no mejora con las medidas habituales pautadas por nuestro pediatra y que ocasionan una disminución importante del oxígeno en sangre con el correspondiente peligro vital que ello supone. En este caso esta justificada la urgencia y sobre todo en los lactantes más pequeños que pueden padecer un cuadro de bronquiolitis que en muchos casos preciará de tratamiento en cuidados intensivos.

En tercer lugar podemos citar a los cuadros febriles que no ceden a los antitérmicos y se acompañan de deterioro del estado general, vómitos y sobre todo cuadros convulsivos secundarios normalmente al proceso febril. En estos casos, podemos pensar que se trata de un problema infeccioso agudo que precisa diagnóstico y tratamiento rápido para evitar complicaciones. Además todo lactante menor de 3 meses con fiebre elevada debe de ser revaluado lo antes posible ya sea por su pediatra o por un médico de urgencias.

En cuarto lugar tenemos los cuadros abdominales sobre todo de dolor en la zona baja derecha del abdomen, acompañados de vómitos y fiebre que puede corresponder a una apendicitis que deberá ser evaluada por el cirujano pediátrico el cual actuará en consecuencia. Por otro lado existen los cuadros de vómitos con ausencia de tolerancia de líquidos, acompañados o no de diarrea franca y sobre todos de disminución de la emisión de orina y decaimiento del estado general lo que nos hará sospechar la presencia de una hipoglucemia y deshidratación por la pérdida de líquidos que habrá que solucionar normalmente por vía intravenosa mediante sueros.

Estas son las causas más habituales, pero sobre todo los padres deben de saber que ante un síntoma aislado con un buen estado general del niño, no esta indicado el acudir a urgencias, consultar con vuestro pediatra personalmente o por teléfono y él os dará la mejor solución para el problema que os preocupa, nadie mejor que él, conoce la salud de vuestro hijo.

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