Hernia umbilical


El ombligo es esa parte rudimentaria del cuerpo que mantenía varias conexiones vitales mediante el cordón umbilical entre el feto y la placenta de la madre durante el transcurso del embarazo. Cuando nacemos se cierran todas estas conexiones, y la función del mismo se termina. Pero en ocasiones el ombligo puede ser una fuente de problemas médicos en recién nacidos y niños, apareciendo masas, quistes, infecciones, y hernias a dicho nivel.

Las hernias umbilicales que se manifiestan por una masa o bulto que sobresale por el ombligo son bastante comunes. Se producen por fallos en los músculos del abdomen que permiten que una porción del peritoneo (revestimiento de la cavidad abdominal) sobresalga y empuje el ombligo hacia afuera. Es muy frecuente en los recién nacidos de bajo peso por la inmadurez y el peso escaso al nacimiento. Se pueden apreciar desde el nacimiento. Son más obvias cuando el bebé llora, ya que al aumentar la presión el bulto es más fácil de ver e igualmente ocurre con niños con grave estreñimiento o con frecuentes accesos de tos.

No está indicado ningún elemento de contención (esparadrapo, monedas, vendajes y bragueros) tan de moda en el siglo pasado ya que lo único que produce es lesiones en la piel y posible infección secundaria de la misma. No siempre es necesario operar este problema. En la mayoría de los casos, hacia los 3 años la hernia disminuye y se suele cerrar sin tratamiento. Las que no han cerrado aún a los cinco años deben ser reparadas quirúrgicamente con anestesia general.

El propósito principal de la intervención es cerrar el citado defecto, que debería haberse cerrado espontáneamente tras la caída del cordón umbilical o durante los primeros 3 años de la vida. Es muy raro que la hernia umbilical se estrangule en la infancia. Nos plantearemos la cirugía en hernias moderadas que no cierran espontáneamente a los 4 ó 5 años de edad y en niños menores de 2 años con hernias muy grandes, inaceptables para los padres por razones estéticas.

La intervención (herniorrafia umbilical) consiste en realizar una incisión semilunar en el ombligo, separar el conducto herniario del ombligo, seccionarlo, cerrar la cavidad abdominal y reconstruir la cicatriz umbilical. En ocasiones hay que arreglar la piel que sobra si la hernia es muy grande. Al terminar se cierran los tejidos con suturas no absorbibles, muy fuertes. Los bordes de la piel a veces se afianzan con tiras adhesivas. De esta forma se puede ocultar la cicatriz en la depresión umbilical. La mayoría de las intervenciones se hacen en pacientes ambulatorios, sin ingreso. Tras la operación se dejan unas horas en observación y se remiten a su domicilio con medicación sintomática por si existierá dolor.

El pronóstico es muy bueno, volviendo a la actividad normal el niño en un par de semanas, sin embargo, en casos muy raros se puede reproducir la hernia. Las complicaciones de la intervención pueden ser la aparición de dolor y vómitos en las primeras horas de postoperatorio, hematoma en la zona de la intervención, edema y problemas derivados de la incisión como parestesias, neuralgia, intolerancia a puntos e hipertrofia de la herida. Por tanto, ante una hernia umbilical en principio esperar, ya que la mayor parte desaparecen de forma espontánea, de no ser así, la cirugía es la solución al problema.

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