La indigestión, conocida como dispepsia, o más comúnmente como empacho, es un problema con el que podemos encontrarnos cuando tenemos hijos pequeños. Aunque no lo creamos, un bebé empachado es más común de lo que imaginamos, sobre todo si aún se alimentan a base de biberones. También es común en los niños mayores de dos años, pues ya empiezan a experimentar con más sabores que les vuelven locos, pero también pueden producir ciertos episodios de dispepsia. Ante esto, lo primero que tenemos que tener claro es cómo actuar si el bebé está empachado.

Cómo tratar a un bebé empachado

Si tienes dudas sobre si el bebé está empachado o no, fíjate bien. Los síntomas pueden ser confusos, pero el dolor de estómago siempre suele darse. Además, el bebé puede tener nauseas, vómitos, palidez, diarrea o heces duras y pegajosas. En niños más mayores los síntomas de empacho más evidentes son el dolor de cabeza y falta de apetito.

Es bueno saber que cuando en casa el bebé está empachado lo primero que debemos hacer es armarnos de paciencia. No hay ningún tratamiento médico para los empachos, y tampoco es una consulta médica a priori importante. Normalmente, a las 12 o 15 horas, los síntomas deberían remitir. A las 24 horas, nuestro bebé ya debería estar bien.

No obstante, aunque no encontremos un milagro instantáneo, es importante tener en cuenta algunas recomendaciones. Estas son algunas de las pautas que debes seguir si tu bebé está empachado:

1. Para empezar, que el bebé esté hidratado, aunque sea a sorbitos. De esta forma evitaremos la deshidratación en la que pueden derivar los vómitos y las diarreas.
2. No fuerces a tu hijo a comer si no quiere. Poco a poco, a medida que veas que está mejor, intenta darle cosas ligeras y poca cantidad. Él mismo te irá aceptando los alimentos, sin prisa.
3. Si el bebé empachado presenta dolor de tripa, lo mejor es darle masajes muy suaves con aceite. Intenta siempre hacerlo en el sentido de las agujas del reloj. También puedes aplicar calor local con paños o bolsista de semillas calientes.