Tras el embarazo, vas a estar muchas horas amamantando así que, primero que nada, intenta adoptar una posición en la que te encuentres cómoda, lo ideal para el día es que lo hagas en un sillón con brazos y que tengas a mano algunos cojines para la espalda o el reposar el brazo mientras sujetas al bebé. La espalda debe estar bien recta o reclinada hacia atrás, nuca encorvada sobre el bebé. En cualquier caso, lo más importante es que el bebé abra bien la boca, con la lengua debajo del pezón y con la nariz y la barbilla tocando el pecho, eso significa que tiene en la boca no sólo el pezón sino también parte de la areola, que es como debe ser para una correcta succión.
La posición más habitual de la lactancia materna es la de la madre sentada y el niño estirado frente a la madre en contacto cuerpo con cuerpo. Aquí debes vigilar que el niño tenga la oreja el hombro y la cadera alineadas, es decir, que no tenga el cuello torcido porque acabará doliéndole y se soltará del pecho sin haber mamado lo suficiente. Otra posición es colocar al bebé sentado a horcajadas sobre una de tus piernas y con el pezón a la altura de su nariz, en esta posición sujétale con tu mano la cabecita. Sobre todo por la noche, o cuando estés muy cansada, también le puedes amamantar tumbada, en este caso te colocarás en paralelo al bebé i le acercas el pecho a su boca.
Recuerda que la cara y el cuerpo del bebé deben permanecer siempre en linea recta y su carita mirando hacia el pecho.