Dentro del útero ocurren un sinfín de cosas que nosotros, desde fuera, apenas percibimos. Aunque pensamos que solo se está gestando una vida, pero que las funciones reales se desarrollan al nacer, lo cierto es que estás muy equivocado. En el ambiente intrauterino desde el mismo momento de la fecundación, ya empieza a haber cambios realmente notorios. El feto también participa de esta evolución, y es muy curioso conocer cómo funciona la formación del bebé en el vientre. Éste responde a una gran cantidad de estímulos como los sonidos, la voz, la luz o la sensación que le producen las paredes del su espacio de crecimiento. Esto es, ni más ni menos, que el uso de los sentidos del bebé durante su desarrollo intrauterino, y hoy vamos a centrarnos cómo se desarrolla el sentido del olfato en el bebé, lee con atención.
Todos los estudios que se han realizado durante años en el embarazo acerca del desarrollo del bebé en el interior de la madre, ya sea por ecografías u otras pruebas de diagnóstico prenatal, han dejado claro que el futuro bebé experimenta sensaciones y responde a los estímulos que le llegan, tanto internos como externos.
Los sentidos, tal y como los conocemos en los adultos, no llegan a completarse del todo hasta que no salen a la vida a través del parto, pero ya es en el útero cuando comienza su puesta en marcha progresiva.
La vista, el gusto, el olfato, el tacto y el oído empiezan a surgir en los nueve meses para ir preparando poco a poco al bebé en lo que será su futura vida en el mundo exterior.
Centrándonos en el la formación del olfato en el bebé, debemos saber que es uno de los sentidos más importantes en un feto para su supervivencia en el interior de la madre, así como cuando sale al exterior. Gracias a este sentido el bebé es capaz de encontrar el pecho materno cuando decide alimentarse a través de la lactancia materna una vez ha nacido.
Es por ello que decimos que es capaz de reconocer el olor materno, pues hasta incluso dentro del útero ha sido capaz de percibir el olor de la madre y hacerlo algo rutinario para que luego conviva con él y sea capaz de saber cuál es.
A partir de las 5 semanas de embarazo comienza a vislumbrarse el desarrollo de la nariz de forma primitiva en el embrión. Lo primero que surgen son las plácodas nasales, es decir, los dos agujeros, aunque no es pasadas unas semanas cuando es más visible este órgano.
Poco a poco estos dos puntos iniciales darán lugar a las fosas nasales que se elevarán y formarán una especie de herradura donde crecerán las aletas de la nariz.
A partir de la semana sexta y la séptima, se desarrolla la punta, la cresta nasal y el tabique, con lo que, a la siguiente semana, es decir, la octava, la nariz ya se podría encontrar bien diferenciada en las ecografías del embarazo.
Tenemos que esperar a la semana 12 del embarazo para que este órgano esté preparado para percibir los olores que le llegarán, tanto del interior, y posteriormente, con menor frecuencia e intensidad, algunos del exterior.
El embrión, cuando aún se encuentra dentro del útero materno se familiariza con el olor de los alimentos y sustancias consumidas por su madre. Muchas investigaciones apuntan que este número se puede elevar en torno a los 120 alimentos, incluida la leche materna.
Dentro del útero ocurren un sinfín de cosas que nosotros, desde fuera, apenas percibimos. Aunque pensamos que solo se está gestando una vida, pero que las funciones reales se desarrollan al nacer, lo cierto es que estás muy equivocado. En el ambiente intrauterino desde el mismo momento de la fecundación, ya empieza a haber cambios realmente notorios. El feto también participa de esta evolución, y es muy curioso conocer cómo funciona la formación del bebé en el vientre. Éste responde a una gran cantidad de estímulos como los sonidos, la voz, la luz o la sensación que le producen las paredes del su espacio de crecimiento. Esto es, ni más ni menos, que el uso de los sentidos del bebé durante su desarrollo intrauterino, y hoy vamos a centrarnos cómo se desarrolla el sentido del olfato en el bebé, lee con atención.
Todos los estudios que se han realizado durante años en el embarazo acerca del desarrollo del bebé en el interior de la madre, ya sea por ecografías u otras pruebas de diagnóstico prenatal, han dejado claro que el futuro bebé experimenta sensaciones y responde a los estímulos que le llegan, tanto internos como externos.
Los sentidos, tal y como los conocemos en los adultos, no llegan a completarse del todo hasta que no salen a la vida a través del parto, pero ya es en el útero cuando comienza su puesta en marcha progresiva.
La vista, el gusto, el olfato, el tacto y el oído empiezan a surgir en los nueve meses para ir preparando poco a poco al bebé en lo que será su futura vida en el mundo exterior.
Centrándonos en el la formación del olfato en el bebé, debemos saber que es uno de los sentidos más importantes en un feto para su supervivencia en el interior de la madre, así como cuando sale al exterior. Gracias a este sentido el bebé es capaz de encontrar el pecho materno cuando decide alimentarse a través de la lactancia materna una vez ha nacido.
Es por ello que decimos que es capaz de reconocer el olor materno, pues hasta incluso dentro del útero ha sido capaz de percibir el olor de la madre y hacerlo algo rutinario para que luego conviva con él y sea capaz de saber cuál es.
A partir de las 5 semanas de embarazo comienza a vislumbrarse el desarrollo de la nariz de forma primitiva en el embrión. Lo primero que surgen son las plácodas nasales, es decir, los dos agujeros, aunque no es pasadas unas semanas cuando es más visible este órgano.
Poco a poco estos dos puntos iniciales darán lugar a las fosas nasales que se elevarán y formarán una especie de herradura donde crecerán las aletas de la nariz.
A partir de la semana sexta y la séptima, se desarrolla la punta, la cresta nasal y el tabique, con lo que, a la siguiente semana, es decir, la octava, la nariz ya se podría encontrar bien diferenciada en las ecografías del embarazo.
Tenemos que esperar a la semana 12 del embarazo para que este órgano esté preparado para percibir los olores que le llegarán, tanto del interior, y posteriormente, con menor frecuencia e intensidad, algunos del exterior.
El embrión, cuando aún se encuentra dentro del útero materno se familiariza con el olor de los alimentos y sustancias consumidas por su madre. Muchas investigaciones apuntan que este número se puede elevar en torno a los 120 alimentos, incluida la leche materna.
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