El herpes en el bebé, debe estudiarse a tiempo, en búsqueda de la enfermedad, ya que podría traer graves consecuencias a la salud del niño. El diagnóstico precoz del herpes en el embarazo, permitirá tomar medidas eficaces para evitar las consecuencias del herpes en el bebé.
Se estima, que alrededor del 1% de las mujeres embarazadas tendrán herpes. El herpes no se puede curar en el embarazo pero pueden minimizarse los síntomas siguiendo un tratamiento. La infección neonatal es sumamente rara, tan solo presentándose 1 caso entre cada 15 mil nacimientos. Alrededor del 15% de los bebés infectados, nacen de madres con lesiones genitales activas. La mayoría de los niños infectados proceden de madres asintomáticas.
Uno de los efectos del herpes en el embarazo es que puede producir una corioamnionitis. También puede llegar a la circulación y producir una viremia sistémica, estos dos eventos pueden ocurrir por separado o al mismo tiempo, en los dos casos se puede producir un aborto, retraso del crecimiento intrauterino y trabajo de parto prétermino.
El contagio por herpes en el bebé suele ocurrir cuando la madre contrae la enfermedad por primera vez, presentando lesiones genitales 4 a 6 semanas antes del parto, existiendo una probabilidad del 50% de adquirir el virus.
Los recién nacidos corren más riesgo cuando el parto es por vía vaginal y existen lesiones activas en la vagina o periné, siendo el foco de mayor contagio para los bebés.
Durante los periodos de reactivación aproximadamente el 4% de las mujeres asintomáticas pueden transmitir el virus a su bebé durante la gestación. En presencia de lesiones activa en los genitales, se indicará la cesárea electiva como una forma de evitar que el bebé se contagie.
Tras el nacimiento, se debe vigilar al bebé por alrededor de 7 a 14 días, todo para buscar algún indicio de infección e iniciar tratamiento antiviral. Durante la lactancia materna se debe cuidar la higiene de manos y las mamas, además de tomar precauciones para que el recién nacido no entre en contacto con las lesiones herpéticas.
Es riesgo de infección neonatal en embarazadas con episodios recurrentes de herpes, es de 1% al 3%. En los casos de herpes primario alcanza entre 30% y 50%. La infección se adquiere cuando el recién nacido, entra en contacto con las lesiones que se encuentran activas en el momento del parto.
El contagio por una infección ascendente que origino una ruptura prematura de membranas, no es tan frecuente, siendo su probabilidad mínima.
La mortalidad por herpes neonatal alcanza el 50%. Dentro de las consecuencias del herpes neonatal podemos mencionas tres síndromes principales.
En los casos donde se recurre al tratamiento su mortalidad puede disminuir en un 60%.
Por su parte el herpes congénito se presenta con una baja frecuencia, suele asociarse en la mayoría de los casos a infecciones primarias. Dentro de sus alteraciones destacan las siguientes:
El herpes en el bebé, debe estudiarse a tiempo, en búsqueda de la enfermedad, ya que podría traer graves consecuencias a la salud del niño. El diagnóstico precoz del herpes en el embarazo, permitirá tomar medidas eficaces para evitar las consecuencias del herpes en el bebé.
Se estima, que alrededor del 1% de las mujeres embarazadas tendrán herpes. El herpes no se puede curar en el embarazo pero pueden minimizarse los síntomas siguiendo un tratamiento. La infección neonatal es sumamente rara, tan solo presentándose 1 caso entre cada 15 mil nacimientos. Alrededor del 15% de los bebés infectados, nacen de madres con lesiones genitales activas. La mayoría de los niños infectados proceden de madres asintomáticas.
Uno de los efectos del herpes en el embarazo es que puede producir una corioamnionitis. También puede llegar a la circulación y producir una viremia sistémica, estos dos eventos pueden ocurrir por separado o al mismo tiempo, en los dos casos se puede producir un aborto, retraso del crecimiento intrauterino y trabajo de parto prétermino.
El contagio por herpes en el bebé suele ocurrir cuando la madre contrae la enfermedad por primera vez, presentando lesiones genitales 4 a 6 semanas antes del parto, existiendo una probabilidad del 50% de adquirir el virus.
Los recién nacidos corren más riesgo cuando el parto es por vía vaginal y existen lesiones activas en la vagina o periné, siendo el foco de mayor contagio para los bebés.
Durante los periodos de reactivación aproximadamente el 4% de las mujeres asintomáticas pueden transmitir el virus a su bebé durante la gestación. En presencia de lesiones activa en los genitales, se indicará la cesárea electiva como una forma de evitar que el bebé se contagie.
Tras el nacimiento, se debe vigilar al bebé por alrededor de 7 a 14 días, todo para buscar algún indicio de infección e iniciar tratamiento antiviral. Durante la lactancia materna se debe cuidar la higiene de manos y las mamas, además de tomar precauciones para que el recién nacido no entre en contacto con las lesiones herpéticas.
Es riesgo de infección neonatal en embarazadas con episodios recurrentes de herpes, es de 1% al 3%. En los casos de herpes primario alcanza entre 30% y 50%. La infección se adquiere cuando el recién nacido, entra en contacto con las lesiones que se encuentran activas en el momento del parto.
El contagio por una infección ascendente que origino una ruptura prematura de membranas, no es tan frecuente, siendo su probabilidad mínima.
La mortalidad por herpes neonatal alcanza el 50%. Dentro de las consecuencias del herpes neonatal podemos mencionas tres síndromes principales.
En los casos donde se recurre al tratamiento su mortalidad puede disminuir en un 60%.
Por su parte el herpes congénito se presenta con una baja frecuencia, suele asociarse en la mayoría de los casos a infecciones primarias. Dentro de sus alteraciones destacan las siguientes:
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