La hidroterapia emplea el agua para fines terapéuticos en diferentes estados o temperaturas. Su origen ocurre a inicios del siglo XIX siendo utilizado hasta hoy para combatir toda clase de enfermedades, incluso es considerado uno de los ejercicios más saludables para las mujeres embarazadas.

La combinación del agua con algunas sustancias potencian los resultados del tratamiento. Cuando se aplica agua fría sobre un cuerpo calentado previamente, mejora la circulación y la producción de calor sobre nuestro metabolismo, mientras que al aplicar chorros de agua caliente la presión arterial  baja y se experimenta mucha relajación.

Es muy importante para nuestro metabolismo porque trabaja directamente sobre el sistema nervioso y la circulación sanguínea. Muchos deportistas la utilizan para combatir sus lesiones físicas y quienes atraviesan fuertes dolores luego de una operación también pueden experimentar sus efectos positivos.

¿Cuándo no es recomendable la hidroterapia?

Las sesiones de hidroterapia pueden ser solicitadas por la mayoría de personas, salvo por aquellas que presentan insuficiencia cardiaca, serios problemas respiratorios, enfermedades a la piel (alergias),  micosis (producida por los hongos) debilidad extrema; o trastornos neurológicos (muestran ansiedad durante la sesión).