El virus del papiloma humano se transmite de forma casi exclusiva por vía sexual, siendo el causante del 100% de los cánceres de cuello del útero, aunque él tenerlo, no presuponga el padecer dicho cáncer. También es el causante del 90% de los canceres del canal anal y del 40% de vulva y pene, investigándose en la actualidad su relación con los de cavidad bucal. La frecuencia de este virus en mujeres se sitúa en el 10% de la población, siendo el segundo tipo de cáncer más frecuente después del de mama en mujeres en edad fértil.
Es importante el resaltar que su mayor eficacia se dará en las adolescentes que no hayan mantenido relaciones sexuales, aunque con el tiempo lo ideal sería que se vacunarán todas, aunque ya fueran sexualmente activas. De todas formas desde aquí quiero aconsejar prudencia y no querer vacunar a las niñas por debajo de 14 años, ya que en nuestra sociedad, es raro que inicien relaciones sexuales por debajo de esa edad, por lo que creo que el iniciar la vacunación a los 14 años es una buena medida.
Es una vacuna que utilizaremos los pediatras pero su eficacia se observará con los años por lo que mejoraremos de forma importante la salud de nuestras adolescentes cuando sean adultas. El virus del papiloma humano, ocasiona una enfermedad asintomática por lo que el contagio es fácil al no detectarse. El preservativo no es 100% eficaz para prevenir el contagio del virus y no es necesaria la penetración para transmitir la infección, solo con el roce genital se puede contagiar. A menor edad de inicio de las relaciones sexuales, mayor probabilidad de contagio del virus y mayor probabilidad de padecer cáncer de cuello de útero en la edad adulta por la inmadurez del mismo en el momento de la infección.
Para terminar solo dos puntualización, en primer lugar, el hecho de vacunarse contra el virus del papiloma humano no exime de los controles ginecológicos posteriores de despistaje de cáncer de cuello de útero, concretamente de la realización seriada del test de papanicolau a partir de los 30-35 años y en segundo lugar, si una adolescente ya está infectada por el virus del papiloma humano, la vacuna no es ya preventiva ni es un tratamiento útil para evitar la evolución posterior de la enfermedad.
El virus del papiloma humano se transmite de forma casi exclusiva por vía sexual, siendo el causante del 100% de los cánceres de cuello del útero, aunque él tenerlo, no presuponga el padecer dicho cáncer. También es el causante del 90% de los canceres del canal anal y del 40% de vulva y pene, investigándose en la actualidad su relación con los de cavidad bucal. La frecuencia de este virus en mujeres se sitúa en el 10% de la población, siendo el segundo tipo de cáncer más frecuente después del de mama en mujeres en edad fértil.
Es importante el resaltar que su mayor eficacia se dará en las adolescentes que no hayan mantenido relaciones sexuales, aunque con el tiempo lo ideal sería que se vacunarán todas, aunque ya fueran sexualmente activas. De todas formas desde aquí quiero aconsejar prudencia y no querer vacunar a las niñas por debajo de 14 años, ya que en nuestra sociedad, es raro que inicien relaciones sexuales por debajo de esa edad, por lo que creo que el iniciar la vacunación a los 14 años es una buena medida.
Es una vacuna que utilizaremos los pediatras pero su eficacia se observará con los años por lo que mejoraremos de forma importante la salud de nuestras adolescentes cuando sean adultas. El virus del papiloma humano, ocasiona una enfermedad asintomática por lo que el contagio es fácil al no detectarse. El preservativo no es 100% eficaz para prevenir el contagio del virus y no es necesaria la penetración para transmitir la infección, solo con el roce genital se puede contagiar. A menor edad de inicio de las relaciones sexuales, mayor probabilidad de contagio del virus y mayor probabilidad de padecer cáncer de cuello de útero en la edad adulta por la inmadurez del mismo en el momento de la infección.
Para terminar solo dos puntualización, en primer lugar, el hecho de vacunarse contra el virus del papiloma humano no exime de los controles ginecológicos posteriores de despistaje de cáncer de cuello de útero, concretamente de la realización seriada del test de papanicolau a partir de los 30-35 años y en segundo lugar, si una adolescente ya está infectada por el virus del papiloma humano, la vacuna no es ya preventiva ni es un tratamiento útil para evitar la evolución posterior de la enfermedad.
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