El juego es imprescindible para todos los niños, en cualquier lugar, a cualquier hora, en cualquier situación, incluso en las muy adversas, y ...¡a todas las edades!. Lo necesitan incluso los bebés de pocos meses. El juego no les sirve solo para divertirse, que parece su función más importante, sino que es una actividad fundamental para su desarrollo psicomotor personal, el avance en sus funciones motoras y psíquicas. Además, cuando el juego es compartido con sus padres o con sus hermanos, sirve para aumentar el apego afectivo familiar, el “bonding”, la unión cariñosa. Cuando el niño es mayor, los juegos colectivos con compañeros o amigos incrementan la integración social en el grupo.
El juego de los bebés y de los niños estimula el desarrollo de todos sus sentidos y pone en marcha todos los sistemas de su
Cualquier padre o madre que haya jugado un rato con su bebé dándole y quitándole un muñeco coloreado y atractivo, o un simple sonajero, puede analizar como el niño utiliza y experimenta con su vista, con su oído, con la capacidad y la coordinación de su brazo y de su mano para intentar atraparlo, con sus gritos para intentar comunicarse, etc. También aprecia claramente la alegría del bebé cuando consigue cogerlo, la atención con que lo mira o su enfado cuando se le escapa. La sensación de compartir el juego, que para el bebé puede ser una gran aventura, los une todavía más. El bebé capta el cariño de sus padres, su afectividad, memoriza e imprime en su ser estos momentos felices que le ayudarán a crecer y formar su personalidad. Cuando sea mayor los juegos con otros niños también estimularán su capacidad social, de convivencia y de respeto.
Cuanto más pequeño es el niño más aprende jugando y mayor valor psico-pedagógico tiene las horas que le dedica. Por esa razón no debe restringirse en absoluto el tiempo que dedican los niños a los juegos, sobre todo los más pequeños. Ya en la época escolar sí puede haber un conflicto con las horas que necesariamente debe dedicar al estudio.
A cada edad son convenientes unos determinados juguetes, que permitan al niño desarrollar todas las facetas de su personalidad de acuerdo al grado de desarrollo psicomotor que han alcanzado. En el libro “El desarrollo psicomotor. Desde la infancia hasta la adolescencia”, de ediciones Narcea, que he escrito en colaboración con Pedro Frontera, se describen con detalle el tipo de juguetes más adecuados a cada edad.
Los juguetes deben ser atractivos, de colores vivos, estimulantes, pero sobre todo seguros. Con independencia de la edad del niño la condición esencial del juguete es que no pueda hacerle daño. Algunos consejos útiles a este respecto son:
El juego es imprescindible para todos los niños, en cualquier lugar, a cualquier hora, en cualquier situación, incluso en las muy adversas, y ...¡a todas las edades!. Lo necesitan incluso los bebés de pocos meses. El juego no les sirve solo para divertirse, que parece su función más importante, sino que es una actividad fundamental para su desarrollo psicomotor personal, el avance en sus funciones motoras y psíquicas. Además, cuando el juego es compartido con sus padres o con sus hermanos, sirve para aumentar el apego afectivo familiar, el “bonding”, la unión cariñosa. Cuando el niño es mayor, los juegos colectivos con compañeros o amigos incrementan la integración social en el grupo.
El juego de los bebés y de los niños estimula el desarrollo de todos sus sentidos y pone en marcha todos los sistemas de su
Cualquier padre o madre que haya jugado un rato con su bebé dándole y quitándole un muñeco coloreado y atractivo, o un simple sonajero, puede analizar como el niño utiliza y experimenta con su vista, con su oído, con la capacidad y la coordinación de su brazo y de su mano para intentar atraparlo, con sus gritos para intentar comunicarse, etc. También aprecia claramente la alegría del bebé cuando consigue cogerlo, la atención con que lo mira o su enfado cuando se le escapa. La sensación de compartir el juego, que para el bebé puede ser una gran aventura, los une todavía más. El bebé capta el cariño de sus padres, su afectividad, memoriza e imprime en su ser estos momentos felices que le ayudarán a crecer y formar su personalidad. Cuando sea mayor los juegos con otros niños también estimularán su capacidad social, de convivencia y de respeto.
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A cada edad son convenientes unos determinados juguetes, que permitan al niño desarrollar todas las facetas de su personalidad de acuerdo al grado de desarrollo psicomotor que han alcanzado. En el libro “El desarrollo psicomotor. Desde la infancia hasta la adolescencia”, de ediciones Narcea, que he escrito en colaboración con Pedro Frontera, se describen con detalle el tipo de juguetes más adecuados a cada edad.
Los juguetes deben ser atractivos, de colores vivos, estimulantes, pero sobre todo seguros. Con independencia de la edad del niño la condición esencial del juguete es que no pueda hacerle daño. Algunos consejos útiles a este respecto son:
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