La placenta previa es una de las complicaciones del embarazo, consiste en la implantación de la placenta en el segmento inferior del útero, que alcanza los márgenes del orificio cervical interno o lo cubre total o parcialmente.
En cuanto al desprendimiento, nos referimos a que la placenta se empieza a despegar de la pared del útero antes del nacimiento del bebé, lo que puede provocar que el feto no reciba el oxigeno necesario. Sus síntomas son dolor abdominal, sangrado vaginal, cólicos y sensibilidad en el útero. Cuando se separa más de la mitad de la placenta se suele practicar una cesárea de urgencia, en los casos menores se recomienda reposo en cama hasta que se detiene la hemorragia.
El síntoma dominante de la placenta previa es la hemorragia indolora. Generalmente se presenta durante el último tercio del embarazo, aún cuando puede ocurrir al finalizar el segundo trimestre. No se presenta dolor o contracciones uterinas. Suele ser nocturna y sorpresiva. La sangre es rojo brillante. La magnitud puede ser variable. Frecuentemente cesa espontáneamente con el reposo, pero la tendencia es hacia la recurrencia.
Ocasionalmente, se inicia con la instalación del trabajo de parto. Puede ocasionar hemorragia post-parto debido a ineficiente contracción del segmento uterino inferior. Su cuidado y manejo girará alrededor de la cuantificación de la pérdida sanguínea. Si ésta se pone en riesgo la vida del paciente, es permisible tratar de contemporizar.
Los pasos a seguir serían los siguientes, valorando cada caso en forma individual.
En el caso de una paciente con el diagnóstico de placenta previa y que haya presentado algún episodio de sangrado transvaginal, lo ideal sería mantenerla hospitalizada hasta la resolución del caso.
Si se juzga necesario interrumpir el embarazo, será mandatario conocer la madurez pulmonar fetal, si la edad gestacional es menor de 36 semanas.
Se presentarán con mucho menos frecuencia los casos de placenta previa, que obliguen a la toma de decisiones urgentes e inmediatas. Serán los casos de aquellas pacientes que ingresen al servicio con una hemorragia transvaginal profusa. No importa si es la primera hemorragia o si ya se habían presentado una o varias con anterioridad, si la severidad del sangrado lo justifica, el tratamiento será el mismo.
Dependiendo de dos factores, la magnitud del sangrado y el tiempo de evolución del mismo, las pacientes podrán entrar en forma progresiva en cuadros clínicos de anemia aguda, hipotensión arterial y finalmente en shock hipovolémico.
La placenta previa es una de las complicaciones del embarazo, consiste en la implantación de la placenta en el segmento inferior del útero, que alcanza los márgenes del orificio cervical interno o lo cubre total o parcialmente.
En cuanto al desprendimiento, nos referimos a que la placenta se empieza a despegar de la pared del útero antes del nacimiento del bebé, lo que puede provocar que el feto no reciba el oxigeno necesario. Sus síntomas son dolor abdominal, sangrado vaginal, cólicos y sensibilidad en el útero. Cuando se separa más de la mitad de la placenta se suele practicar una cesárea de urgencia, en los casos menores se recomienda reposo en cama hasta que se detiene la hemorragia.
El síntoma dominante de la placenta previa es la hemorragia indolora. Generalmente se presenta durante el último tercio del embarazo, aún cuando puede ocurrir al finalizar el segundo trimestre. No se presenta dolor o contracciones uterinas. Suele ser nocturna y sorpresiva. La sangre es rojo brillante. La magnitud puede ser variable. Frecuentemente cesa espontáneamente con el reposo, pero la tendencia es hacia la recurrencia.
Ocasionalmente, se inicia con la instalación del trabajo de parto. Puede ocasionar hemorragia post-parto debido a ineficiente contracción del segmento uterino inferior. Su cuidado y manejo girará alrededor de la cuantificación de la pérdida sanguínea. Si ésta se pone en riesgo la vida del paciente, es permisible tratar de contemporizar.
Los pasos a seguir serían los siguientes, valorando cada caso en forma individual.
En el caso de una paciente con el diagnóstico de placenta previa y que haya presentado algún episodio de sangrado transvaginal, lo ideal sería mantenerla hospitalizada hasta la resolución del caso.
Si se juzga necesario interrumpir el embarazo, será mandatario conocer la madurez pulmonar fetal, si la edad gestacional es menor de 36 semanas.
Se presentarán con mucho menos frecuencia los casos de placenta previa, que obliguen a la toma de decisiones urgentes e inmediatas. Serán los casos de aquellas pacientes que ingresen al servicio con una hemorragia transvaginal profusa. No importa si es la primera hemorragia o si ya se habían presentado una o varias con anterioridad, si la severidad del sangrado lo justifica, el tratamiento será el mismo.
Dependiendo de dos factores, la magnitud del sangrado y el tiempo de evolución del mismo, las pacientes podrán entrar en forma progresiva en cuadros clínicos de anemia aguda, hipotensión arterial y finalmente en shock hipovolémico.
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