El sueño del bebé


El sueño del bebé es un tema que preocupa mucho a los padres. Sobre todo, si son primerizos. Cada bebé es un mundo y no deberemos comparar, pero sí saber que, durante el primer mes de vida, la mayor parte de los recién nacidos duermen entre 18 y 20 horas al día, alternando periodos de sueño de dos y tres horas con vigilias de menos de una hora.

Ya durante la vida intrauterina está demostrado que los fetos pasan horas durmiendo, por lo que es normal que al nacer sigan haciendo una cosa que ya tenían aprendida y no es otra que el dormir. Pasado el primer ajetreo en el paritorio, donde el recién nacido es sometido a algunas pruebas, el bebé suele descansar solo en la cuna a la espera de reunirse con su madre en la habitación. Ese momento es único y el recién nacido manifestará una curiosidad por el entorno y mantendrá los ojos muy abiertos aunque no vea aún, orientándolos fundamentalmente hacia estímulos luminosos que le atraigan.

Pasada esa primera fase, que suele durar dos horas, el bebé entra en una fase de sueño que puede durar unas seis horas, que es normal y necesaria para controlar la temperatura. Pasadas esas seis horas nuestro hijo puede manifestar dos tipos de comportamiento –ambos normales– o puede iniciar una fase de llanto continuo con reflejo de búsqueda, como si tuviera hambre, o bien seguir durmiendo plácidamente, sólo despertando cuando necesite tomar alimento. Aquí es importante resaltar que deberemos colocar a nuestro hijo en la cuna de la maternidad los primeros días boca arriba con la cabeza ladeada o mejor colocarlo de lado, ya que es muy frecuente los primeros días de vida que regurgite y tire algo de leche mezclada con flemas, lo que en muchos casos ocasiona que se atragante y pase momentos de apuro para respirar, los cuales son transitorios pero a los padres asusta mucho.

Una vez en casa, durante el primer mes de vida aconsejamos que el bebé duerma en la misma habitación de los padres, ya que durante la noche puedan pedir con frecuencia y es más cómodo que la madre lo tenga a su lado y se lo pueda poner al pecho cuando lo demande. La lactancia materna es un buen relajante para el bebé y también para la madre, lo que ocasiona que después de la toma ambos caigan en una fase de sueño placentera. Deberemos de utilizar en esta etapa de la vida una cuna pequeña o cuco que no tenga barrotes, con un colchón semi duro, sin utilizar almohada pero si sabana y manta en invierno para evitar que se enfríe. Es importante resaltar que durante el primer mes de vida el bebé se mueve poco en la cama por lo que es normal que mantenga siempre la misma posición.

En general, ya desde las primeras semanas de vida, deberemos acostumbrar a nuestro hijo a diferenciar entre el día y la noche, entre la vigilia y el sueño. Así, durante el día deberá haber luz y ruidos ambientales normales y, por la noche, silencio y oscuridad. Es importante esta diferenciación, ya que marcará de alguna forma la evolución del sueño del niño. No caigamos en el error de, si llegamos tarde a casa y el bebé esta dormido, cogerlo para disfrutar de él, ya que, si se acostumbra, nos lo demandará siempre, creando un mal habito que repercutirá en su sueño.

Desde el primer momento es fundamental que acostumbremos a nuestro hijo a dormirse solo, evitemos el dormirlo al brazo o en la mecedora. Durante el primer mes de vida el bebé se suele despertar por hambre, porque tiene el paquete sucio y le molesta, o por los denominados cólicos de lactantes, aunque estos suelen aparecer hacia el mes de vida.

Si durante el sueño observáis pequeños temblores en el mentón o en los brazos del bebé, no os preocupéis porque es perfectamente normal. Con el tiempo desaparecerán.

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