Nadie sueña con ser padre a los 40 años; pero ¿qué sucede cuando las circunstancias le ofrecen a un hombre la oportunidad de conocer la paternidad a esta edad? Aspectos laborales, personales o biológicos influyen o son decisivos en una concepción tardía.
Los riesgos en un embarazo siempre aumentan con el paso del tiempo. La capacidad reproductiva en el hombre deja de ser la misma, continúa fabricando esperma pero la cantidad de espermatozoides que produce disminuye, siendo aquel su principal problema cuando desea concebir junto a su pareja.
Un hombre es considerado fértil cuando produce como mínimo 30 millones de espermatozoides por centímetro cúbico. En un tratamiento de fertilidad, la prueba indicada de evaluar si es la cantidad promedio se llama espermiograma.
Cuando la pareja no ha logrado embarazarse durante su juventud por problemas de infertilidad, buscará insistentemente nuevos tratamientos hasta conseguirlo, y mientras eso sea posible serán padres felices aunque lleguen a los 40.
La unión con una mujer con hijos también puede condicionar en un primer momento la negativa de un hombre a ser padre, pero en muchos casos la soledad o la necesidad de criar a un niño de su propia sangre ocurre luego de algunos años.
En un último caso se encuentran los embarazos no buscados. Matrimonios con adolescentes en casa son sorprendidos por la noticia y de acuerdo a la situación individual de cada familia comparten a veces la alegría o un temor natural al pensar en su futuro.
