Los celos. Parte 1


Los celos son un trastorno por denominarlo de alguna forma que está presente desde la prehistoria hasta nuestros días, empezando por Caín y Abel y pasando por múltiples vicisitudes acontecidas a lo largo de los años con finales para todos los gustos. Si los adultos, que en teoría son seres racionales, con sentido común y responsables de sus actos, en muchas ocasiones envidian y anhelan lo que tiene el prójimo ya no desde el punto de vista material sino también desde el punto de vista del reconocimiento personal hacia los logros conseguidos. Por tanto con mucho más motivo un niño que no conoce en principio de rivalidades y que muchas veces no ve más allá del momento que está viviendo, es lógico que pueda presentar este problema cuando es el rey de la casa y de golpe y porrazo aparece un ser, al que el no había llamado, irrumpe en su vida y tiene que compartir ya no sus juguetes sino el cariño de sus padres y los piropos de toda la familia.

Los celos no son un problema en la mayor parte de los casos aunque bien es verdad que pueden desencadenar actitudes en el niño que a veces rallan en lo patológico y exigen un abordaje tanto de los padres como del pediatra y en casos extremos del psicólogo que será la persona indicada para reconducir el tema ofertando las soluciones más adecuadas para cada caso.

Los celos entre hermanos son habituales y se pueden dar de en ambos sentidos es decir del mayor al pequeño y viceversa, por ello en este artículo voy a intentar dar luz y soluciones al tema que nos ocupa. Cuando un niño menor de cinco años va a tener un hermanito es importante que participe en los preparativos del feliz acontecimiento pero no debemos de someterlo a una espera de nueve meses para el feliz acontecimiento es decir que lo haremos partícipe en los últimos semanas ya que antes sería contraproducente ya que perdería interés por el tema, nueve meses es mucho tiempo. Si el niño es mayor de esa edad, la información a veces es importante que nos la demande él, es decir que cuando vea que la madre está engordando, esto le llamará la atención y nos preguntará sobre lo que le pasa, ese será el momento de comunicárselo para que la espera solo sea de 4 meses como mucho tiempo, de esta forma mantendremos vivo el interés del niños sobre el próximo evento familiar.

A la hora de informar al niño deben de estar presentes tanto el padre como la madre para que el niño vea que es un acontecimiento que ambos asumen y comparten y que él como un miembro más de la familia debe de admitir, siendo normalmente el padre el que tendrá que asumir una mayor dedicación hacia su primogénito ya que la madre dedicará sobre todo al principio un mayor cuidado al nuevo inquilino.

Si el niño es menor de dos años, normalmente los cuadros de celos son menores ya que aún no tienen la capacidad de recordar etapas anteriores y de alguna forma sentir que su reinado se termina. De los dos a los cuatro años es la franja de edad con más posibilidad de padecerlos y manifestarlos, es una edad en la que el chico va adquiriendo una identidad propia con el forjado de su personalidad que hace que en muchas ocasiones no acepte la situación y que manifieste su desacuerdo mediante actitudes hostiles y desafiantes. A partir de los cuatro años, los niños pueden entender mucho mejor el sentido de compartir y suelen aceptar un nuevo hermano aunque en muchas ocasiones sus actitudes nos desconciertan. En el próximo número, abordaremos las manifestaciones clínicas según las edades y las posible soluciones.

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