¿En qué consiste el proceso de involución uterina?

El útero es la parte del cuerpo femenino que, con el embarazo, más cambia y evoluciona para adaptarse al feto. Durante la gestación, este órgano aumenta de grosor. Pasa de unos 6,5 centímetros a 32 aproximadamente, y de pesar 60 gramos a más de 1000 en la etapa final del embarazo. El útero, por tanto, se desarrolla y, es incluso en el comienzo del embarazo, cuando comienza a crecer. Pero ¿en qué consiste el proceso de involución uterina? veamos todos los detalles.

Aunque no lo sepamos, debido a que no notamos el cambio, el útero se desarrolla y aumenta de tamaño, pero no es visible hasta el final del primer trimestre del embarazo, cuando éste comienza a alzarse por encima del límite de la pelvis.

Involución del útero después del parto

HTeam || Shutterstock

Esta evolución del útero ocurre porque las hormonas, sobre todo estrógenos, progesterona, coriónicas y gonadotrofinas, y la capa muscular cambian para prepararse para el momento del alumbramiento del bebé. También, el endometrio, o lo que es lo mismo, la capa interna, también se modifica, porque gracias a ella el embrión se nutre en su inicio de desarrollo dentro del vientre materno.

Tras dar a luz y tener a nuestro hijo con nosotros, el útero tiene que volver a su estado normal, y eso es lo que se conoce como involución uterina.

¿Qué es la involución uterina?

Este proceso en el que se contrae el útero después del parto, es solamente el cambio del órgano femenino, el útero, del estado que ha adaptado para dar a luz a su tamaño normal antes del embarazo. Este cambio es ayudado por la etapa de la lactancia materna y la secreción de oxitocinas.

Una buena involución uterina es aquella en la que podemos hacer un seguimiento, pues se mide fácilmente a través de la palpación abdominal, siempre tomando como punto de referencia la altura a la que se encuentra el ombligo.

Fases por las que pasa el útero después del parto

Ya sea a través de un parto natural o vivir una involución uterina tras la cesárea, el útero siempre tenderá a volver a su estado original.


Como ya sabemos, las cosas físicas de las personas, aunque pretendamos modificarlas, siempre van a querer volver a su lugar correspondiente, y con el útero pasa lo mismo. Aunque se modifique para prepararse para la expulsión, después de ello todo irá volviendo a sus inicios.

El útero como órgano femenino, gracias a las contracciones que se producen tras el parto, va retrocediendo a sus orígenes. Lo podemos notar, fácilmente, como un pequeño bulto cerca de nuestro ombligo, y a medida que van pasando las horas va remitiendo de tamaño.

Dolor de tripa postparto

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Los músculos que conforman esa zona se va aminorando paulatinamente y el tejido conectivo de la parte abdominal va volviendo a ser normal, como antes del embarazo.

Tampoco hay que preocuparse por las fibras musculares, pues a través de la orina las iremos eliminando poco a poco a lo largo de los días posteriores al parto.

Por otro lado, los loquios, o lo que es lo mismo, los coágulos de sangre y vérnix caseoso, los vamos expulsando también del cuerpo femenino los días posteriores al nacimiento del bebé, concretamente en los 3 siguientes. Los días siguientes, el cuarto y quinto día tras el parto, el útero va a estar propenso a llenarse de gérmenes y loquios blancos, más conocidos comúnmente como leucocitos.

Al cabo de una semana, este órgano ya estaría completamente limpio y se empezaría a regenerar paulatinamente el endometrio. Finalmente, el cuello del útero, que ha sido borrado para el parto, pasa a reconstruirse en las 24 horas posteriores al parto, pero tarda aproximadamente un mes en que presente su dimensión habitual.

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